viernes, 5 de junio de 2009

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Unos títeres y todos lo que adhieran...

La historia de los títeres y marionetas es tan antigua como la del ser humano. Desde que el hombre de las cavernas realizaba rituales entorno al fuego, jugó con su sombra proyectada. La sombra supone una realidad diferente, a través de la cual se puede expresar todo aquello que supera el espacio, el aquí y ahora. Desde la antigua Grecia, Egipto, Oriente y en nuestras culturas americanas, se sabe que el hombre creó marionetas. A través de ellas transmitía el deseo de los dioses y eran los sacerdotes los que las manejaban. Por tanto, su origen religioso es el mismo que el del teatro. De aquí la añoranza de la eterna juventud, de evadir la muerte... el deseo perpetuo del ser humano.

Yo sé como esta historia se está dando, los 4 Elementos en el escenario, todos dispuestos a ganar, E. pinta la escena de murales multicolores, los títeres aplauden, observan y yo guardo esta aparición, esta escena en mi cámara, como la historia que escribí para ellos y que un día representarán acá en Chile.

Desde que se expandieron mis fronteras a la fuerza, quizá porque estoy un poco cansado de intentar trabajar en el país donde he nacido. La imposición que marca el resto de América respecto a oportunidades en verdad deja en vergüenza la ineficiencia local. Agota tratar de hacer algo acá y creo que estoy dándome por vencido.

Abro los ojos al resto de América, y veo que aquí sólo se transan negocios, sólo lo vendible. Por lo tanto, no existe cupo para el arte... por el arte y sin obtener algún beneficio. No existen mecenas estatales o particulares que velen por los artistas.

En mi tierra los títeres están en extinción, ya no se cultivan como antes, ni crecen de los árboles, ni en las orillas de los ríos, algunos pocos valientes tratan de salvarlos, pero cada día van quedando menos.

Deberemos importar titiriteros? Y volver a sembrar nuestras calles de ellos, enseñar en las escuelas de arte este viejo oficio.

O dejar que desaparezcan como todas las cosas buenas de este fin de mundo, como las noches alegres de Santiago, esos los teatros a tablero vuelto (hoy demolidos o convertidos en multisalas de cine), los afiches gigantescos de la calle Huérfanos (que si quieren recordar o saber como era, sólo mirar la calle Corrientes en Buenos Aires te harás una idea), también las vedettes con estilo y profesionalismo ya extintas, como ha desaparecido paulatinamente el afilador de cuchillos, con ese característico sonido de armónica, o nuestros organilleros que sólo resucitan cuando se reestrena La pérgola de las flores y una infinidad de oficios.

Espero que los de Teatro 4 Elementos se den una vueltita pa' mi tierra, que también es la suya, (porque somos todos americanos y vivimos en un único planeta llamado tierra y no hay mas vuelta).

Marcos Andres Perez

Actor y Dramaturgo Chileno

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